He cometido muchos errores en la vida, pero pocos tan graves como el de construir mi percepción de valor profesional sobre cimientos tan equivocados. Durante los más de quince años que pasé inmerso en el mundo corporativo, viví bajo la total certeza de que el valor intrínseco de una persona, profesionalmente hablando, dependía de su título, el puesto que desempeñaba y la empresa donde trabajaba. Pensaba: "A la gente chingona las grandes empresas la detectan, la retienen y la promueven."
Aunque la realidad me mostró lo contrario muchas veces, decidí ignorarla. No puedo contar la cantidad de líderes mediocres que sobreestimé ni el número de personas valiosas que subestimé. El costo fue enorme: potencial desperdiciado.
De esta creencia surgía otra, aún más tóxica: "Las personas que no trabajan en grandes corporativos es porque no tienen mucho valor que ofrecer." Mi percepción de los freelancers y emprendedores era que estaban ahí porque no tenían otra opción. Jamás me pasó por la mente que su elección podría ser un acto de libertad, una visión más grande que simplemente no cabía en la cajita de un puesto corporativo.
Diseñé mi entorno para nunca cuestionar mis creencias. Me rodeé de relaciones, espacios y actividades que reforzaban la idea de que yo estaba en lo correcto y los demás equivocados. Pero la vida tiene sus propios planes.
Hoy estoy en un esquema profesional donde no es un título o una empresa lo que determina el valor que ofrezco. Aquí he descubierto un sofisticado ecosistema lleno de personas extraordinarias con ambiciosos proyectos que buscan cambiar al mundo. Aquí, cada semana me encuentro con chispazos de creatividad que, juntos, cambian el rumbo de nuestra sociedad hacia más desarrollo, más equidad, más consciencia.
Además, he encontrado algo más poderoso: personas que creen que juntos hacemos más. Para ellas, el juego no es cómo quedarse con una rebanada más grande del pastel, sino cómo hacerlo más grande para todos. No se trata de socialismo ni asistencialismo, sino de empresas rentables que generan valor para todos los stakeholders: clientes, empleados, comunidades, el planeta e inversionistas.
Si pudiera darme un consejo como emprendedor empezando de cero, sería este: haz una lista de las virtudes, capacidades y logros que quieres alcanzar, y busca el ecosistema que tenga personas con esas características. Como dice mi mentor y amigo
, nada determina tanto el éxito como el ecosistema que te rodea.Estoy lleno de gratitud por el increíble ecosistema que me impulsa cada día. En los últimos 18 meses, sin duda ha cambiado a qué dedico mi tiempo y los grupos a los que pertenezco. Aunque a veces implica pérdida y FOMO, fue muy gratificante participar con Hilda, mi esposa, en el magnífico retiro de Raúl Romero la semana pasada y encontrarme con personas de las diferentes tribus a las que ahora pertenecemos, cuyas historias de logro me inspiran a ser mejor persona todos los días. Y encima tener la fortuna de conocer a personas extraordinarias, en mi nueva célula de accountability y en la gran comunidad de Re-evoluciónate. Estoy invadido por un sentimiento de abundancia, al ver la enorme riqueza que tengo en el increíble ecosistema que me rodea.
Elegir siempre es renunciar, y no hay mejor renuncia que la de las historias que nos limitan.
“Juntos hacemos más”. Pues a seguir luchando por el bienestar común Flaquito!
Ahom!