Tengo una batalla campal con el celular. Ese aparato que no suelto. Hoy identifico claramente la altísima dependencia que tengo a estar pegado a la pantalla, la ansiedad que me genera tanto verla como no verla, además de lo mucho que me aleja de mi plenitud y felicidad, así como de mis seres queridos. Recientemente decidí ponerle un alto y tomar control del asunto, con resultados muy positivos. Aquí los pasos que he seguido.
1. Controlando el Tiempo en Pantalla
Empecé con lo básico: checar cuánto tiempo estaba pegado al cel. ¡Había días que llegaba a 7 horas! Hoy estoy intentando no pasar de 2 horas al día. Definitivamente no siempre lo logro, pero el puro hecho de estar pendiente ya me hace sentir que voy ganando.
2. “No Molestar”
Activar el modo "No Molestar" de 9:00 pm a 6:00 am me ayudó a empezar mi proceso de desapego, hace ya más de 1 año. Solo cuatro personas pueden contactarme en esas horas (ojo: ninguna es del trabajo). Esta simple acción me ha ayudado muchísimo a descansar mejor.
3. Restringiendo las Notificaciones
Luego, me lancé contra las notificaciones. Esas alertitas que se ven inofensivas pero en realidad atrapan la atención cuando llegan. Me puse firme y reduje un montón, especialmente las de correo, noticias, redes sociales y ofertas de compras. Fue como respirar aire fresco, bajando de 1,300 a 400 notificaciones diarias en promedio. Mi enfoque, mi estado emocional y mi presupuesto lo agradecieron.
4. Eliminando la Basura
Por alguna razón que hoy no entiendo, era integrante de decenas de grupos en WhatsApp y Telegram que mandaban basura todos los días. Me dí cuenta que, aunque tenía la mayoría de estos grupos silenciados, regularmente entraba a consultar qué decían, ya que ver los cientos o miles de mensajes sin leer me causaba - ya se lo imaginan - ansiedad. Al hacer este ejercicio, vi con claridad que esos cientos de “noticias” y “oportunidades” de negocios no eran más que desinformación diseñada para hacerme sentir enojado, insuficiente o con la necesidad de ir a comprar algo. Borrarlos hasta ayudó a reducir más de la mitad el tamaño de los respaldos de esas apps.
5. En Modo Silencioso
Me adentré más en la búsqueda de paz, asegurándome de que las pocas notificaciones que permití, especialmente de WhatsApp y Telegram, no hicieran ni ruido ni vibración en el celular, reloj o computadora. Así, yo decido cuándo reviso el cel y no dejo que cualquier notificación se robe mi atención.
6. Recortando el Tiempo en las Redes
Las redes sociales pueden ser un vórtex interminable. Me impuse un límite de 1 hora al día entre Instagram, X y LinkedIn, con mi cel bloqueándolas automáticamente si me paso. Parece mucho tiempo, pero antes perdía hasta 2.5 horas diarias solo en Instagram.
7. Noches de Descanso
Este fue el cambio más difícil: pasar la noche sin el cel al lado de la cama, dejándolo en el baño. Así, evito la tentación de quedarme viendo la pantalla hasta dormirme y de empezar el día inundado de notificaciones - y ansiedad. Esto sí que me ayudó a cortar con el tiempo en pantalla.
Sé que todo esto puede sonar un poco extremo, pero viene de mi deseo de desconectar para vivir más tranquilo. En los veinte años que llevo con celular, solo una vez necesité responder a una emergencia real de noche. Las del trabajo no cuentan; sin duda, jamás ha habido una situación que no pueda esperar a las 8:00 am, siendo perfectamente objetivos.
Esa idea de "desconéctate para conectarte" que siempre decimos entre amigos, ya no es solo cotorreo. Ahora que vivo con menos interrupciones, tomando mi tiempo para responder mensajes y llamadas, y en general, estando menos pegado al cel, me siento más contento y tranquilo. Se los recomiendo ampliamente.
Denle una oportunidad, aunque sea por curiosidad, y tal vez descubran que hay mucha más vida fuera de la pantalla que pegados a ella. Empieza por revisar el tiempo que pasas viendo tu pantalla, la cantidad de notificaciones que recibes y las apps que más roban tu atención.